Comentario
La mayoría de la población helénica habitaba en unas casas bastante modestas, construidas con materiales absolutamente perecederos, por lo que apenas conservamos testimonios arqueológicos. Estas casas estaban organizadas alrededor de un pequeño patio donde solía estar el pozo en el que se recogía el agua de la lluvia, patio que servía de punto de partida para el acceso a las diferentes habitaciones, que apenas tenían ventanas. Los techos eran planos y en numerosas ocasiones sirvieron para levantar sobre ellos una segunda planta que sobresalía sobre el eje de la calle, lo que era castigado por la administración pública con tributos. Los suelos de las viviendas eran de barro. Para evitar incendios el fuego era encendido en la calle, aunque no era muy frecuente la existencia de braseros ni chimeneas debido a la carestía de la leña y la práctica inexistencia de conductos de ventilación en los hogares. Cuando el agua del pozo no era suficiente debía acudirse a la fuente pública, trabajo casi siempre reservado a las mujeres.
Las casas de los potentados disponían de mucho más lujo, aunque también tenían como eje un patio central con columnas, llamado peristilo. Al fondo de este patio encontramos la sala principal, denominada androceo, y en un lugar más alejado se halla el gineceo, habitación matrimonial. Los primitivos suelos de barro fueron posteriormente cubiertos con mosaicos.
Parece ser que el mobiliario utilizado por los griegos no era muy abundante, independientemente del grado de riqueza de los habitantes de las casas. Quizá el elemento más importante fuera la cama, utilizada en variadas funciones, acompañada de mesas, sillas, cofres y almohadones.